No sabía que estabas aquí {Ariadnna}

Me había despertado y como la mayoría de las veces lo primero que había hecho había sido ducharme para luego alisarme el pelo con paciencia dedicándole aproximadamente una hora a ello. Luego me puse unas medias y por encima un vestido de color azul cielo que se pegaba a mi cuerpo marcando mis curvas. Me calcé en unos zapatos con tacón de color blanco y me puse encima la chaqueta del mismo color que los zapatos y tras coger el bolso salí de casa dirección a casa de mi madre. Llegué en apenas veinte minutos caminando y desayunamos juntas como casi todas las mañanas. Yo miraba el móvil cada pocos minutos a la espera de una llamada de Damien solicitando mis servicios pero no ocurría y ya llevaba una semana sin verlo. Mi madre me preguntó si estaba esperando que el novio me llamase y solté una carcajada ante el comentario, si mi madre supiese que trabajaba de Doll en vez de en un bar como camarera como le había hecho creer….estaría muy decepcionada, no me había criado para eso.

Cuando acabamos de desayunar y cuando acabaos hablamos un rato y luego yo me marché asegurándole que tenía cosas que hacer. Paré un taxi y le di la dirección de la mansión de Damien y el hombre empezó a conducir mientras una estridente música sonaba en el taxi. Ignoré la música y pensé en las palabras que una vez mi jefa me dijo “Jamás debes ir en busca de tu amo a menos que él solicite tu presencia”, y yo había cumplido esa norma hasta ese día pero es que necesitaba verlo, necesitaba saber que se encontraba bien. Después de un trayecto de otros veinte minutos el taxi paró ante la mansión ya tan conocida para mi y tras pagarle me bajé del taxi y me acerqué a la puerta picando a la timbre y esperé hasta que una de las sirvientas apareció para abrirme la puerta.

-¿Esta Damien?-Pregunté con voz dulce mientras le dedicaba a la mujer una tímida sonrisa.-

No era la primera vez que la veía, una vez entró a recoger la habitación de Damien mientras yo dormía en su cama. Jamán había pasado más vergüenza que en esa ocasión. La mujer se hizo a un lado y me indicó que estaba en el estudio de músico y me dirigí allí escuchando el eco del sonido de mis tacones por toda la casa. Iba a picar para entrar pero la melodía del piano llegó hasta mi y abrí la puerta entrando de puntillas y me apoyé en el marco de la puerta observando a Damien y a sus dedos moverse con elegancia sobre las teclas del piano. Siempre había soñado con aprender a tocar ese instrumento pero las clases eran demasiado caras y mis padres demasiado pobres. Me quedé allí apoyada en silencio observando a Damien y escuchando la melodía en silencio.

Observé a Damien con una sonrisa a la vez que el alivio se apoderaba de mi. Cada día que no me llamaba era como una tortura pues era más que consciente que en cualquier momento le podía pasar cualquier cosa, en cualquier momento podía verse involucrado en un tiroteo, o en una redada o simplemente lo podían matar de un tiro por la calle mientras paseaba. Era horrible vivir sabiendo que la persona a la que amabas podía morir en cualquier momento pues había varias personas dispuestas a matarlo por placer y otras más por dinero. Pero ahí estaba, sano y a salvo tocando una preciosa melodía en el piano. Me tranquilicé todavía más al escuchar su voz y me tranquilicé del todo. Ya estaba tranquila hasta mañana.

Estaba dispuesta a marcharme por el lugar por el que había venido pues si Damien no me había llamado era que no me necesitaba pero empezó a aporrear el piano y lo observé con una ceja alzada mientras contenía la risa, era divertido ver a Damien perdiendo los nervios por culpa de una melodía. Lo observé echarse hacia atrás para apoyar su cabeza en el teclado para luego empezar a tocar de nuevo la melodía. Escuché sus palabras y sentí como si algo me oprimiera el corazón a la vez que los nervios empezaban a cosquillear en la boca del estómago. Dudé unos instantes sobre lo que debía hacer y finalmente retrocedí hasta la puerta de puntillas y volví a entrar en la sala haciendo resonar mis tacones y piqué a la puerta como si acabase de llegar.

-¿Molesto?-Pregunté de manera dudosa mirándole con mi típica sonrisa dulce mientras jugaba con u mechón de mi pelo de manera nerviosa.-

Una pregunta rondaba por mi cabeza sin dejarme en paz ¿A quién amaba Damien? Si Damien amaba a alguien significaba que pronto se cansaría de mi para ponerse a conseguir a esa chica, me dejaría tirada y no volvería a verle. Respiré hondo intentando mantener la calma y me mordí el labio inferior con fuerza haciendo que sintiese una leve punzada de dolor que hizo desaparecer ese pensamiento con rapidez. Me apoyé en el marco de la puerta de la misma forma que había estado hacía unos minutos y esperé a que Damien me contestara. Si me decía que molestaba me iría y esperaría a que me llamase cuando me necesitase, aunque alomejor ya no me volvía a llamar.

Observé como Damien se giraba para observarme y le dediqué mi típica dulce e inocente sonrisa mientras lo miraba desde la puerta. Fui a contestar a su pregunta pero entonces me dijo que pasase y entré en el estudio colocándome al lado del piano mirándole intentando no mostrar su curiosidad por las palabras que había oído apenas un par de minutos atrás, no quería que Damien supiese que había estado allí observándole en silencio tocando el piano, ni que se enterase que le había escuchado decir te amo al aire…aunque lo cierto es que se moría por saber a quién iban dirigidas esas palabras. ¿Qué mujer podía haberse ganado el corazón de Damien? Sin ni siquiera conocerla ya la envidiaba y la odiaba.

La felicidad de verlo desapareció de golpe cuando pronunció sus siguientes palabras y sentí como si clavasen un puñal en el corazón. Mi sonrisa desapareció de mis labios como por arte de magia y agaché la mirada tragando en seco para reprimir las lágrimas. ¿Qué esperaba que pasase? ¿Qué me recibiese con una sonrisa y me invitase a pasar el día con él? Había sido una estúpida al pensar eso. Solo era su muñeca, el juguete con el que entretenerse de vez en cuando y hoy no me necesitaba ni me quería ver. Respiré hondo y trague de nuevo APRA hacer desaparecer el nudo que se había formado en mi garganta y volví a mirar a Damien fijamente mientras le dedicaba una sonrisa.

-Lo siento, yo solo…-Empecé a decir pero decidí no seguir.- Ya me voy, siento haberte molestado, no era mi intención.-Murmuré en un susurro mientras caminaba hacia la salida de la casa.-

De camino a ala puerta de salido saqué mi anillo de Doll del bolsillo de la chaqueta y me lo coloqué en su lugar, siempre me lo quitaba cuando estaba mi madre. Pensé en la bronca que me esperaba por parte de mi jefa cuando Damien le contase que había aparecido en su casa sin que me llamase. ¿Prescindiría Damien de mis servicios? Me pasé una mano por el pelo despeinándomelo y saqué el móvil del bolso para llamar a un taxi que viniese a buscarme para llevarme a mi casa, de pronto me sentía como una mierda, simplemente insignificante.

Ya había marcado el número del taxi y apretado a la tecla de llamar cuando Damien me arrebató el móvil de entre las manos y me giré con intención de quitárselo pero me quedé quieta escuchando sus palabras y me sonrojé al escucharle, había sido una boba al salir así del aula de música pero es que él también había tenido la culpa aunque tenía razón en una cosa ¿Qué hacía yo allí si no me había llamado? Empecé a dar vueltas al anillo en mi dedo sin saber que decir ahora y me mordí el labio inferior levemente intentando pensar rápido en las palabras que quería decirle o todavía parecería más estúpida por quedarme callada.

-No te preocupes, es mi culpa que hoy estoy un poco sensiblera, al parecer me ofendo por puras tonterías.-Le dije con una tímida sonrisa a modo de disculpa mientras sentía mis mejillas arder debido al sonrojo.-

Le arrebaté el móvil de las manos y colgué a la compañía de taxistas sin contestar a la chica que estaba preguntando que deseaba. Abrí el bolso metiéndolo dentro y volví a jugar con mi anillo haciéndolo girar. ¿Por qué siempre que estaba con él no me salía las palabras? Hasta yo misma me estaba dando cuenta de lo tonta que parecía allí parada sin decir nada. Sentía el rápido latido de corazón marcando un ritmo que intenté ignorar y miré a Damien dedicándole una dulce sonrisa mientras me colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja.

-Mientras iba para el estudio te he escuchado tocar el piano, lo tocas muy bien.-Dije intentando que no se me escapase que había estado allí parada como una boba escuchándole.- No deberías trabajar tanto. El trabajo estresa y te pone tenso… ¿necesitas un masaje?

Me entraron ganas de abofetearme a mi misma ante aquellas palabras. Me acostaba con Damien casi cada vez que me llamaba, ¿y luego era incapaz de mantener una conversación normal con él? Sin duda estaría pensando que había pedido los servicios de la Doll más tonta que podía existir. Ese pensamiento hizo que todavía me sonrojase más y agaché la cabeza observando el limpio suelo.

Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza cuando la brisa azotó mis mejillas y revolvió mi cabeza haciendo que sintiese la brilla sobre la piel descubierta de mi cuello. Asentí ante la sugerencia de Damien de olvidar el malentendido y entrar de nuevo en la casa. Observé su sonrisa y mis labios se curvaron casi al instante al apreciarla. Recordé mis primeros días sirviendo a Damien, era imposible que una sonrisa apareciese en sus labios de la misma forma que era imposible que se relajase, siempre parecía estar alerta a la espera de que le atacasen. Pero ahora, allí plantados después de varios meses lo veía sonreír varias veces mientras permanecíamos juntos y parecía estar menos alerta, más relajado aunque tal vez eso en su trabajo fuese malo pero me gustaba verle así, comportarse casi como una persona normal y no como el jefe de una banda de mafiosos.

-No te he escuchado mucho pero creo que tocas genial.-Comenté mirándole con una dulce sonrisa.- Si algún día decides dejar el negocio estoy segura que te podrías ganar la vida como pianista.-Le dije medio en broma medio en serio.-

Entré en la casa cuando se hizo a un lado para dejarme pasar y me adentré en el calor de la casa que hizo que me recorriese otro escalofrío debido al cambio de temperaturas. Me apoyé en una pared mirando a Dam a la espera de que cerrase la puerta y me dijese donde íbamos a ir para que le diese el masaje. Mi corazón latía con fuerza y pese a mi intento de tranquilizarlo y que volviese a latir con normalidad ignoró mis peticiones y siguió con su rápido ritmo, como si yo no tuviese ningún control sobre él.

-Claro que sé hacer masajes.-Le dije con una divertida sonrisa curvando mis labios.- Yo sé hacer de todo, soy una mujer muy práctica pero…voy a necesitar que te quites la camiseta y te tumbes en una cama o un sofá…-Comenté en un tímido susurro.-

¿Acababa de pedirle a Damien que se quitase la camiseta y se tumbase en una cama? Vale, había sonado un poco mal pero no había sido mi intención, era la verdad. Si quería que le hiciese el masaje bien debía quitarse la camiseta y tumbarse en una cama boca abajo aunque ahora que lo pensaba había sido un poco bruta al pedirle así que se quedase semidesnudo ante mí aunque la verdad es que no sería ni la primera ni la última vez que lo vería desnudo.

-Bueno…si quieres. Con camiseta también se puede hacer pero sentirás mas el masaje sin ella, como quieras.-Acabé diciéndole sin dejar de mirarle fijamente intentando que el rubor desapareciese de mis mejillas.-