Girls just wanna have fun{Katherine}

Estaba cansada de estar en su departamento escuchando como lentamente las personas se movían sobre él. Los pasos sobre su techo, las voces en el corredor, cada maldito ruido por muy insignificante que fuese le partía soberanamente la paciencia. Se encontraba recostada sobre su cama, con los pies pegados a la cabecera y su cabello colgando en una de las esquinas. La mejor forma de tranquilizar su cuerpo flagelado por su oficio, era ese… Acomodarse de tal forma que las locuras de Picaso quedarían hechas trizas a su comparación. Pero ese martilleo constante en su cabeza le sugería cosas que no tenía planeadas, además que el estruendoso sonar de los exteriores aumentaba su ansiedad. No tenía fuertes deseos de calmarse ingiriendo drogas, era demasiado temprano para eso, sin contar que la última tira de cocaína se le había terminado y fumar marihuana dentro del apartamento era un completo suicidio con lo escandalosa que es la planta.

Se puso de pie en un movimiento, tomo las llaves de la mesa que estaba junto a la puerta de salida, ni siquiera se miro al espejo, ni una retocada, absolutamente nada. Solo se dispuso bajar las escaleras lo más rápido posible, sus tacones resonaban en el silencio sepulcral. Esas zapatillas de color rojo combinaban con su atuendo, un atavío bastante común a decir verdad. Solo portaba sus leggins al color de la noche y un blusón ajustado a su cuerpo del mismo tono que las zapatillas, su cabello suelto, casi blanco. La verdad es que no necesitaba de mucho para verse espectacular y lo sabía mejor que nadie. Camino durante un par de minutos, mordiéndose los labios, preguntando a donde carajo iba a ir, hasta que miro frente a ella en letras neón el titular de una disco – Katherine, esta noche jugarás sin paga – Se dijo a si misma adentrándose en la discoteca. La fila estaba inmensa y el guardia le cerró el paso en un instante. La muy maldita sonrío de medio lado, se acerco hasta su oído y susurro palabras bastante indecentes, al guardia no le quedo de otra más que dejarle pasar. Con el ritmo recorriendo su piel, atravesó la pista para llegar hasta la barra – Cielo, sírveme un poco de vodka ¿sí? – El barman la miro de soslayo para después dirigirse hasta ella con esa baba en su boca. – ¿A tu cuenta? – Pregunto y le guiño el ojo ¿Quién en su maldita vida era tan directa como Katherine? El hombrecillo solo asintió con la cabeza y le sirvió el trago.

El ambiente comenzaba a encenderse, la música resonaba en las esquinas de la discoteca. Las miradas de los caballeros posaban en la nuca de Katherine, ella podía sentir sobre su cuerpo el deseo ajeno. Su sonrisa angelical pero al mismo tiempo salvaje, disfrutaba de regocijarse al ver la pena de no tenerla como compañera. Lentamente le dio un sorbo a su trago, no carraspeó tras este, no hizo ningún gesto aparente, ya estaba acostumbrada a ese tipo de cosas… Alguien se le aproximo por el lado derecho y susurró en su oído cosas bastante desagradables, no porque fuesen depravadas, si no porque el muy incrédulo pensaba que alguien como ella estaría a su alcance. Error.

La ingrata mujer le dedicó una mirada despectiva y se mofó en su cara, se puso de pie para encaminarse a la pista de baile, otro estúpido ente le cerró el paso. No tubo otra opción más que convencerlos que no era una chica fácil, sí es una cualquiera, pero no cualquiera tiene la dicha de salir con esa mujer. Rodeo los ojos y se puso pensativa, analizo su situación. No era estúpida, sabía perfectamente que si los enfrentaba arruinaría su noche y terminaría pagando los platos rotos de su orgullo en la cárcel. Giro su cuello hasta la barra de nueva cuenta y admiro solitaria a una joven rubia de belleza descomunal, entonces una idea cruzo por su mente. Corre hasta ella y se para a su lado, la tomo por la nunca con una caricia delicada para después susurrarle en el oído – Finge conmigo y pagaré tu próximo trago – Deposito un beso en su mejilla y sonrió como una chiquilla enamorada – Cariño, te extrañé… No me vuelvas a dejar sola entre tanto malnacido – Desvió la mirada hasta el par de gañanes que la buscaban.

El juego había dado inicio, la mujer que frente a ella se regocijaba de esa belleza descomunal que poseía; siguió el trama que Katherine se había puesto a pensar en su cabeza. Los caballeros las miraron desilusionados comentando solo un “Desperdicio de mujeres” la puta soltó una carcajada, para después mirarlos con desdén, se muerde el labio inferior y desvía su vista hasta la dama que esperaba a su lado. No podía negar que ella era hermosa, a decir verdad, la zorra de Katherine se relamió varias veces sus labios tras sentir aquella profanación en los propios, sentir su aliento tan cerca de ella la había enloquecido. Pasa su mano por la diminuta cintura de la chica, sus labios se acercaron a su cuello para depositar allí una pequeña mordidilla juguetona. Los hombrecillos ya no estaban observándoles, pero al parecer Katherine seguía el juego, su mirada dictaba otra cosa muy distinta. – Hey tú, otros dos tragos – Le ordeno al barman con una voz áspera. Sentía un deseo irrefutable por besarla “Katherine, si lo haces puedes salir herida y si no te quedarás con las ganas y eso es muy malo” Se dijo a si misma, analizando la encrucijada en la que se encontraba ¿Qué era lo peor que le podía pasar? Ah, si… La muerte. Le importo muy poco, la tomo por la nunca y la atrajo hasta ella para perderse en un beso inmemorial. Su lengua se abrió paso entre su boca, escrutando la cavidad hasta el fondo, mientras que sus labios guerrilleaban con los de ella en un vals impúdico, indecente, profano e pecaminoso… El barman dejo caer la botella de tequila al suelo cuando las vio besarse de esa manera.

Sentir esa suavidad fue una caricia del viento, un susurro del mar, un plagio de versos, un cántico celestial. Las caricias que invadieron el cuerpo de Eileen tras aquel arrebato pasional de Katherine, fueron impúdicas. La Doll deseaba masajear cada parte de esa mujer, cada músculo que su cuerpo tenía, cada curva con la que se vestía. Le importo un reverendo bledo que le estuviesen viendo, que le criticaran, que le tacharan, total así era ella y no cambiaría por el juicio de los demás. Pero su propio razonamiento le hizo detenerse cuando más disfrutaba de lo prohibido ¿Como carajo pretendía besar a una extraña? Entonces como chiste personal - Katherine Manson, pero para ti soy el mejor deseo - Se presento, esperando que esta digiera su nombre y así poder continuar con esa blasfemia. Se relamió los labios degustando el lipstick de aquella mujer, regalando miradas obscenas a todo el mundo, pero obviamente dedicadas a ella.